Denunciar abuso

Etiquetas

Ir al contenido principal

Entre los dedos con la arena vas vos

Hace cuatrocientos siglos que no dormimos juntos y ya casi no me pasa, pero a veces sí, me pasa. Despertarme porque siento que cruzás el brazo sobre mí y ponés tu mano en mi corazón y darme cuenta que no hay nada.
Como le pasa a los amputados, pero con un cuerpo ajeno.

Mejor pongo la pava y espero a que empiece a subir el olor a pan y a facturas recién hechas.
Todavía es noche y ya empieza a estar frío y tarda más en aparecer el sol.
Pero dormir ya no.

El sábado se fue Euge, pero vuelve en estos días para pegar la vuelta a Bariloche. El domingo salió todo redondo, copamos el podio de Toay y aunque quería estar allá me gustó quedarme acá y que me llegue todo como una película que toca ver de lejos.

La barra estaba dispersa por el mapa desde Nono a Comodoro, recién están llegando. Se supone que vamos a festejar los cumpleaños todos juntos la otra semana pero ya aprendí a no hacer planes y cuando llegue el día si hay algo ponerme la muda de salir y listo.

Mate hecho.
Todavía siento tu mano.

A veces sentía tu voz y tu perfume pero ya no.
Espero que no pase como con mi madre que un día me dí cuenta de que no recordaba su voz. Pero es distinto, vos sólo estás en algún lugar que no conozco, pero viva.
Y no hay 30 años de distancia.

Una vez, antes de los celulares, me mandaste carta desde Tánger y me acordé del Loco Chávez. Hoy justo lo anduve mentando, ¿será eso?. La caja de tus cartas se quemó con el incendio, antes las leía cada tanto buscando quién sabe qué cosa, si en esos años nos veíamos seguido.

Mejor me voy a meter de nuevo en la catrera, que hace frío.
Si lo de la mano es cosa tuya, dejame dormir un rato.
Y si llega a ser, fijate si no podes probar con un beso.
Pero después de las diez, que vengo roto.