Te estoy viendo. Tres palabras, trece letras, y todos los espacios en el medio. Vos, casi invisible, como siempre. Me gusta no esconder. Han sido tiempos malos y también lo he compartido. Ahora hay algunos remolinos y ahí están, todo a la vista. Por eso es raro recibir apenas tres palabras. Antes las cartas eran largas y de tenaz caligrafía. Pero aquí estamos. De estos días me quedó una casa renovada, algunos playlists alucinantes inventados entre vino y gin, un álbum de fotos de turista en mi ciudad, y un final que no fue tal por una visita inesperada. Ahora sí ya pasó todo y lo que hay es la resaca de la vida intensa. Digo, por si seguís viendo.
Mis acordes cotidianos
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